NOCHE DE MASCARA O CAJON


Como el peruano no hay, y solo nosotros fuimos capaces de encontrar un equilibrio entre ambas celebraciones erradicando la furia y la bronca que muchas veces despierta la defensa de nuestros queridos criollos. ¿Qué le quita el disfraz y los dulces al valsecito y el zapateo? Personalmente creo que nada.
Muy por el contrario le aporta sazón y sabor a la celebración, al tener una flagrante competencia se requiere de más astucia y sobre todo poder de convencimiento para lograr calar en el espíritu de los jóvenes y niños.
Es un desafío por dar a conocer nuestra cultura a través de su música, contagiando positivamente a los más pequeños del ritmo y la alegría. Seguirá siendo una faena en pro de la identidad cultural y la construcción de un orgullo nacional libre de amarguras y recelos absurdos.
Desde los años veinte hasta los cuarenta, que fue reconocida oficialmente, la música criolla se forjaba en Centros Sociales Musicales estratégicamente situados en el centro de Lima, Barrios Altos y el Rímac, guardillas extraordinarias de compositores y cantantes que al unísono entonaban vibrantes valses.
Sacudían el ritmo negro que se alejaba de la melancolía serrana, creando algo únicamente costeño, vivo, jubiloso. Dos guitarras y un cajón bastaban para que la jarana comience. Los pioneros denominados “La Guardia Vieja”, artesanos de la voz y el compás, fueron los primeros en abrir los oídos a la música criolla, música de callejón al inicio, y después de salón.
Qué duda cabe que la música criolla merecía un día que nos obligara a recordar a Felipe Pinglo Alva,Rosa Mercedes Ayarza de Morales, Chabuca Granda, entre muchos. La importante presencia del compositor Felipe Pinglo Alva, hijo ilustre de Barrios Altos, cuna del criollismo, motivó la prolífica promoción del género. Dueño de un estilo inconfundible marcó un hito al componer más de 300 canciones entre valses y polkas, el ser zurdo lo obligó a tocar la guitarra a la inversa, siendo ésta posiblemente la razón de por qué alcanzó nuevos matices en su repertorio musical.
Al morir Felipe Pinglo en 1936, a los 36 años fue fundado en su homenaje el primer Centro Social Musical, “Felipe Pinglo Alva”. De allí en adelante temas como “El Plebeyo”, “Mendicidad”, “El huerto de mi amada” se convirtieron en referentes obligados de la música criolla. Su obra estimuló el interés por el género y produjo nuevos compositores que atesoraron su estilo profundo y sentido como parámetro creativo.
Hace unos días juramentó, en el Salón de los Espejos de la Municipalidad de Lima, el gran músico y compositor Manuel Acosta Ojeda como Presidente del Consejo Directivo del Centro Social Musical “Felipe Pinglo Alva”, siendo su objetivo más urgente crear el “Archivo Nacional de Música Popular Costeña”, y así lograr rescatar del olvido innumerables piezas que forman el valioso legado del criollismo.
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